
No todos los fantasmas habitan en castillos. Algunos duermen en silencio bajo el mar, envueltos en un manto de agua y tiempo. En la costa atlántica, un equipo de buzos voluntarios desciende cada fin de semana para despertar a uno de esos gigantes dormidos: un bombardero de la Segunda Guerra Mundial cuyo último secreto aún no ha sido contado.
🧠¡Pon a prueba tus conocimientos!
En este artículo, te unirás a su misión y descubrirás :
- La historia del avión de combate que yace a 40 metros de profundidad y el misterio de su tripulación.
- Cómo funciona la «Plongée associative lorientaise des mémoires englouties», la asociación que rescata la historia del olvido.
- El testimonio de Miguel, un buzo español que forma parte de este equipo de «arqueólogos submarinos».
- Por qué el verdadero tesoro que buscan no es oro ni joyas, sino una simple placa de identificación.
No son cazadores de tesoros; son guardianes de la memoria que se sumergen en el pasado para que el presente no olvide.
El gigante de metal que el mar ocultó
Frente a la costa de Lorient, en la Bretaña francesa, una zona que fue una base de submarinos alemanes clave durante la Segunda Guerra Mundial, el lecho marino está plagado de cicatrices de la historia. Una de ellas es el pecio de un bombardero estadounidense B-17, conocido como la «Fortaleza Volante». Derribado en 1943, el avión yace partido en dos, con sus motores colonizados por anémonas y sus ametralladoras apuntando eternamente hacia un cielo que ya no pueden ver. Durante décadas, fue solo una marca en las cartas de pesca, un obstáculo para las redes. Hoy, es un santuario.
Los buzos que leen la historia bajo el agua
La Plongée associative lorientaise des mémoires englouties (PALME) es una asociación sin ánimo de lucro formada por apasionados del buceo y la historia. Su trabajo no empieza en el barco, sino en los archivos. Pasan meses investigando registros militares de Francia, Alemania, Reino Unido y Estados Unidos para cruzar datos de aviones desaparecidos con las posiciones de los pecios que exploran. Su objetivo es ponerle nombre y apellido a cada pieza de metal, identificar el avión y, si es posible, a su tripulación.
«La primera vez que tocas el ala de un avión como este, es una sensación indescriptible. No estás tocando metal viejo, estás tocando el último momento de la vida de varios jóvenes. Nuestro trabajo es devolverles su identidad. Encontrar una placa con un número de serie, y que ese número te lleve en los archivos al nombre del piloto, es el verdadero tesoro. Le devuelves la historia a su familia.»
— Miguel Santos, buzo voluntario de Santander y miembro de PALME.
No es búsqueda de tesoros, es arqueología
La línea que separa a un explorador de un expoliador es muy fina, y la asociación se esfuerza por mantenerse en el lado correcto. Su metodología es rigurosa y respetuosa, más cercana a la de un equipo de arqueología que a la de aventureros.
Aspecto | Caza de Tesoros (Expolio) | Arqueología Submarina (PALME) |
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Objetivo | Beneficio personal, venta de objetos | Conocimiento histórico, memoria |
Método | Invasivo, se extraen objetos sin contexto | Mapeo, fotografía, no se altera el pecio |
Resultado | Objetos en colecciones privadas | Informes, publicaciones, contacto con familias |
Legalidad | Ilegal, considerado saqueo de patrimonio | Autorizado y en colaboración con autoridades |
Preguntas que muchos se hacen
¿Es legal bucear en estos pecios de guerra?
Sí, en la mayoría de los casos, pero se consideran yacimientos arqueológicos y, a menudo, tumbas de guerra. Está estrictamente prohibido tocar, mover o extraer cualquier objeto. La exploración debe ser puramente visual y respetuosa.
¿Cuál es el hallazgo más emocionante que han hecho?
Según los miembros, no fue un objeto, sino una identificación. Tras dos años de investigación, lograron confirmar la identidad de un caza P-47 Thunderbolt y localizar en Estados Unidos a la sobrina nieta del piloto, que no sabía dónde ni cómo había desaparecido su tío abuelo.
¿Cómo se financia una asociación como esta?
Principalmente a través de las cuotas de sus miembros y pequeñas subvenciones culturales. Todo el trabajo es voluntario, impulsado únicamente por la pasión por la historia y el buceo.
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